jueves, 1 de abril de 2010

La ciudad del arcano sin número


Lejos de cualquier superstición, de cualquier creencia en el poder adivinatorio o de cualquier connotación religiosa, disfruto contemplar y aun coleccionar mazos del Tarot. Imagino cada carta como un ojo de agua donde se reflejan arquetipos, alegorías y metáforas que sintetizan la civilización de Occidente. Acaso las cartas representan la posibilidad de nombrar de otra forma lo ya nombrado. Así ocurre con la palabra escrita y con ciertos libros: se nombra lo que ya ha sido nombrado pero con sonidos y vocablos que nos muestran aquello que no hemos sido capaces de aprehender. Como si un alquimista reinventara el esperanto. [...]

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Vayan, lean, imaginen.

p.d.: gracias a los que escriben y me permiten decir algo; gracias a los que publican ese algo que tenía que decir.

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